Aquella vez tuvo que luchar contra un troll que había secuestrado a la princesa Ofelia, su preferida. Había hecho cosas parecidas en otras ocasiones, pero no fue fácil. La criatura lo superaba en fuerza y resistencia física, pero no en astucia y valentía. Aun así, no fue hasta después de un largo y duro combate que la espada que le había dado el hada del bosque Nympheon relució con un misterioso brillo azulado y se hundió en el pecho del enemigo.
Un día más, había corrido una aventura. Un día más, le había dado color y alegría a su vida. Un día más, cerró los ojos e inspiró con calma. Un día más, seguía sentado en el metro que lo llevaba a clase cuando los abrió. Un día más pasó, continuó en su aburrida y monótona vida.
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